Considerada primero como el ARTE DE ENSEÑAR, la Pedagogía se la tiene en
la actualidad como una ciencia particular, social o del hombre, que
tiene por objeto el descubrimiento, apropiación cognoscitiva y aplicación
adecuada y correcta de las leyes y regularidades que rigen y condicionan los procesos de aprendizaje, conocimiento, educación y capacitación. Se ocupa, en su esencia, del ordenamiento en el tiempo y en el espacio de las acciones, imprescindibles y necesarias que han de realizarse
para que tales procesos resulten a la postre eficiente y eficaces, tanto para
el educando como para el educador.
El sustrato metodológico de la Pedagogía como ciencia es materialista y
dialéctico. Es una parte importante en el contexto de la concepción sistémica
de la Ciencia, de aquí que en su avance y perfeccionamiento
intervengan el de otros campos que abordan diferentes aspectos de la realidad
material y social, de manera concatenada y unitaria.
han de seguir para que, en el decursar del proceso de enseñanza, se logre el mayor grado posible de aprendizaje, con
un esfuerzo mínimo y una eficiencia máxima, premisas si se quiere del
conocimiento imprescindible que, en base de una relación costo-beneficio aceptable de todo tipo, garantice una
educación y capacitación en correspondencia con las necesidades reales de su
sujeto-objeto de trabajo.
En su devenir evolutivo, histórico y concreto, la Pedagogía ha estado influida por condiciones económicas, políticas, culturales y sociales, las cuales han intervenido,
con mayor o menor fuerza, en el desarrollo del nuevo conocimiento pedagógico, o
lo que es igual, en el surgimiento y aplicación de los procedimientos dirigidos a favorecer el hecho de la
apropiación, por parte del hombre, de la información requerida para el enfrentamiento
exitoso de las situaciones cambiantes de su entorno material y social, en
consecuencia con sus propios intereses y en correspondencia con el beneficio de
los demás.
Las tendencias pedagógicas, desde el punto de vista de sus aplicaciones
en la práctica, han de favorecer, en la misma medida en que éstas sean
correctas, la apropiación, con la mayor aproximación posible, del conocimiento
verdadero, objetivo, en definitiva, del conocimiento científico el cual se
sustenta en las teorías-núcleos, teorías, leyes, tendencias y regularidades
determinantes de los cambios y transformaciones, continuos e indetenibles, del
mundo material, la sociedad y del propio ser humano, como personalidad, espiritualidad e individualidad.
Las tendencias pedagógicas, de ser lógicas, deben recorrer el camino
conducente a la toma de una plena conciencia de la relación obligada entre la
unidad didáctica y la interacción del contenido de la ciencia con las
condiciones sociales, económicas, culturales, históricas y de los factores
personales, sobre los cuales ejerce su influencia determinante la práctica
histórico-social en el desarrollo de tal relación.
La Pedagogía como ciencia y sus tendencias están en relación dialéctica
con otras ciencias particulares de la contemporaneidad
entre las cuales se encuentra, de manera particularmente
importante, la Psicología,
relacionada esta última directamente con la percepción, por el individuo, del reflejo del mundo material y social en su cerebro y del propio Yo subjetivo, decir, lo
pedagógico habrá de alcanzar sus objetivos en la misma medida en que lo subyacente
psicológico lo posibiliten y viceversa, y sobre esta base se está obligado a
trabajar en el camino hacia una educación y capacitación mejorada o de
excelencia.
En las tendencias pedagógicas están contenidas y ellas en si mismas,
expresan las concepciones e ideas que en, correspondencia con acciones
adecuadas, por su sistematización, determinan, con sus múltiples variantes y
alternativas de organización, que el proceso de enseñanza resulte más efectivo
y, por ende facilitan el proceso de aprendizaje.
En las tendencias pedagógicas se plantean, y son objeto de análisis, sus bases filosóficas y psicológicas, se normalizan
las formas del trabajo que se ha de desarrollar en el proceso de enseñanza
facilitador de un aprendizaje eficiente, el papel que se le asigna tanto al
educando como al educador y se plantean así mismo las repercusiones que éstas
hayan podido tener en la práctica pedagógica desde el mismo momento en que fueron
presentados hasta los momentos actuales. En ellas, consideradas como sistema, se encuentran las esencialidades prácticas necesarias
para la superación de las deficiencias conocidas y catalogadas, de la pedagogía
tradicional conformada desde el siglo XIX, y que ha transcendido hasta nuestros
días. Así se resaltan el carácter activo del sujeto en la apropiación del
conocimiento acerca de la realidad objetiva del entorno material y social en el
cual se mueve, espacio temporalmente, de manera existencial; la importancia
transcendental que tienen la práctica de la individualización y del grupo en la educación; el empleo consecuente, en cantidad y calidad de los medios de enseñanza en las diferentes
posibilidades que brindan; el papel, también con alto grado de transcendencia,
del complicado pero necesario, proceso de la autogestión en la consecución de
una educación integral, plena y eficiente; la importancia categórica de la investigación y la concientización
del papel transformador que tiene, de manera obligada, el propio sujeto en el
proceso de aprendizaje.
la humanidad. Él si mismo no es más que una consecuencia de su devenir histórico,
en correspondencia con la necesidad del ser humano de transmitir con eficiencia
y eficacia a sus congéneres las experiencias
adquiridas y la información obtenida en su enfrentamiento cotidiano con su
medio natural y social.
Así se encuentra el pensamiento pedagógico, expresándose de manera
concreta a través de acciones
de una educación incipiente, ejerciendo su influencia en el proceso de
transformación de la llamada comunidad primitiva en una sociedad dividida en
clases; sirve aquí de instrumento y arma para luchar contra las tradiciones y
las ideas movilizadoras para la acción de las entonces comunidades tribales.
Las ideas pedagógicas abogan en ese momento crucial de la historia del ser humano como ente social por la
separación en lo que respecta a la formación intelectual y el desarrollo de las
habilidades y las capacidades que habrían de lograrse en aquellos hombres en
que sus tareas principales no fueran las del pensar, sino las requeridas para
el esfuerzo físico productivo tales ideas pedagógicas debían entonces insistir
lo suficiente para lograr en la práctica que la mayoría o la totalidad de
"la gran masa laboriosa" aceptara esa condición de desigualdad. Con
estas concepciones es que surgen las denominadas escuelas para la enseñanza de
los conocimientos que se poseían hasta ese momento para el usufructo exclusivo
de las clases sociales selectas asignándoseles a las emergentes clases
explotadas, como única salida de sobrevivencia, el papel protagónico de la
realización del trabajo físico.
Tales concepciones e ideas pedagógicas, conjuntamente con las cualidades
que deben poseer tanto el alumno como el maestro, aparecen en manuscritos muy
antiguos de China, la India y el Egipto.
El desarrollo de un pensamiento pedagógico semejante tiene lugar en Grecia y Roma con figuras tan sobresalientes como
Democrito, Quintiliano, Sócrates, Aristóteles y Platón. Este último aparece en la Historia como el pensador
que llegó a poseer una verdadera filosofía de la educación, con una
caracterización de los campos de la acción educativa, a qué exigencias debía
responder la misma y en que condiciones tales acciones resultaban posibles.
No obstante ello, el pensamiento pedagógico emerge con un contenido y
una estructura que le permite alcanzar un cuerpo
teórico verdadero, de una disciplina cognoscitiva con personalidad propia,
en el renacimiento, etapa en la cual ya la humanidad ha alcanzado
determinado grado de
desarrollo científico capaz de sustentar y promocionar el desarrollo
social, situación esta que obliga a la nueva clase social, progresista por entonces, la
burguesía a valorar con toda fuerza y en su real dimensión e importancia lo
relativo al progreso científico y técnico con vistas a su perpetuación en el poder garantizando al mismo tiempo su
progreso económico sostenido. Aquí la Pedagogía adquiere por primera vez un
carácter de disciplina independiente, emerge como la posibilidad tangible de
solución a la necesidad que tiene la sociedad de contar con una base teórica
fuerte sobre la cual sustentar, de manera fundamental, la enseñanza en la
misma.
En este último período la figura más representativa de la ya Pedagogía
como ciencia independiente
es Juan Amos Comenius quien, en esencia, estableció los fundamentos de
la enseñanza general, al tiempo que elaboró todo un sistema educativo integral y unitario
con una fundamentación lógica de la estructuración del proceso docente en sí
que debía desarrollarse en la escuela con el objetivo principal de contribuir
y lograr un aprendizaje satisfactorio, capaz de proyectarse en la práctica de
manera resolutiva respecto a la realidad enfrentada con vistas a su
transformación en aras del beneficio propio y de los demás. Amos Comenius fue
un gran revelador de los principios básicos sobre los cuales se sustenta la
enseñanza, de aquí se le considere el padre de la Didáctica y el primero en plantear la importancia
de la necesidad de vincular la teoría con la práctica como procedimiento facilitador, incluso, del ulterior
aprendizaje.
Entre 1548 y 1762 surge y se desarrolla la Pedagogía Eclesiástica,
principalmente la de los Jesuitas, fundada por Ignacio Loyola y que más tarde, en 1832,
sus esencialidades son retomadas para llegar a convertirse en el antecedente de
mayor influencia en la Pedagogía Tradicional.
Tal Pedagogía Eclesiástica tiene como centro la disciplina, de manera
férrea e indiscutible, que persigue, en última instancia, afianzar, cada vez
más, el poder del Papa, en un intento de fortalecer la Iglesia ya amenazada por la Reforma Protestante
y a la cual le resultaba necesario el poder disponer de hombres que les
respondieran sin vacilación alguna, en base de una conducta formada en la rigidez y el orden
absoluto. Al margen de algunos de los antecedentes planteados, puede decirse
que la Pedagogía Tradicional comienza a fraguarse en el siglo XVIII, que emerge
en ese momento del desarrollo social de la humanidad, con
la aparición de las llamadas Escuelas Públicas, tanto en Europa como en la América Latina, reflejos a la postre de los
grandes cambios precipitados por las revoluciones republicanas de los siglos
XVIII y XIX, animadas por la doctrina política y social del liberalismo.
Es en el siglo XIX, que la Pedagogía Tradicional, como práctica
pedagógica ya ampliamente extendida alcanza su mayor grado de esplendor, convirtiéndose
entonces en la primera institución social del estado nacionalista que le
concede a la escuela el valor insustituible de ser la primera
institución social, responsabilizada con la educación de todas las capas sociales.
Es precisamente a partir de este momento en que surge la concepción de
la escuela como la institución básica, primaria e insustituible, que educa al
hombre para la lucha consciente por alcanzar los objetivos que persigue el Estado, lo que determina que la Pedagogía Tradicional
adquiera un verdadero e importante carácter de Tendencia Pedagógica, en cuyo modelo estructural los objetivos se presentan
de manera tan solo descriptiva y declarativa más dirigidos a la tarea que el profesor debe realizar que a las acciones que el
alumno debe ejecutar sin establecimiento o especificación de las habilidades
que se deben desarrollar en los educandos, otorgándoles a éstos últimos el
papel de entes pasivos en el proceso de enseñanza al cual se le exige la
memorización de la información a él transmitida, llevándolo a reflejar la
realidad objetiva como algo estático, detenida en el tiempo y en el espacio,
como si no contara de manera alguna la experiencia existencial de quienes
aprenden como si los contenidos que se ofrecen estuvieran desvinculados, en
parte o en su totalidad de la mencionada realidad objetiva, constituyendo un
conjunto de conocimientos y valores sociales acumulados por las
generaciones precedentes y que se transmiten como si fueran verdades acabadas,
disociados del entorno material y social del educando.
La Tendencia Pedagógica Tradicional no profundiza en el conocimiento de
los mecanismos mediante los cuales se desarrolla el proceso de aprendizaje.
Ella modela los conocimientos y habilidades que se habrán de alcanzar, de
manera empírica en el estudiante, por lo que su pensamiento teórico nunca
alcanza un adecuado desarrollo. La información la recibe el alumno en forma de discurso y la carga de trabajo práctico es
mínima sin control del desarrollo de los procesos que
subyacen en la adquisición del conocimiento, cualquiera que sea la naturaleza
de éste, lo que determina que ese componente tan importante de la medición del aprendizaje que es la evaluación este dirigido a poner en evidencia el
resultado alcanzado mediante ejercicios evaluativos meramente reproductivos,
que no enfatizan, o lo hacen a escala menor, en el análisis y en el
razonamiento.
En la relación alumno-profesor predomina plenamente la autoridad del segundo, con un aspecto
cognoscitivo paternalista: lo que dice el profesor es respetado y cumplido por
el alumno, con principios educativos poco flexibles, impositivos y
cohercitivos.
La Tendencia Pedagógica Tradicional tiene, desde el punto de vista curricular
un carácter racionalista académico en el cual se plantea que el objetivo
esencial de la capacitación del hombre es que el mismo adquiera los
instrumentos necesarios que le permitan tan solo intervenir en la tradición
cultural de la sociedad; no obstante ello esta tendencia se mantiene bastante
generalizada en la actualidad con la incorporación de algunos avances e
influencias del modelo psicológico del conductismo que surge y se desarrolla en el siglo
XX.
En resumen, la Tendencia Tradicional resulta insuficiente y deficiente
en el plano teórico cognitivo y de la praxis del ser humano por cuanto ve en
éste último a un simple receptor de información, sin
preocuparse de forma profunda y esencial de los procesos que intervienen
en la asimilación del conocimiento como reflejo más o menos acabado de la
realidad objetiva, sin prestarle la debida importancia al papel, ciertamente
decisivo de los aspectos internos que mueven la determinación de la conducta
social del individuo y las influencias, favorecedoras o no, que éstas puedan
tener sobre el aprendizaje del mismo: la retención de la
información se alcanza en base de una repetición mecánica de ejercicios sistemáticos y
recapitulados, de manera esquemática y enciclopedista.
La Tendencia pedagógica conocida con el nombre de la Escuela Nueva,
puede decirse que surgió con el filósofo y pedagogo norteamericano John Dewey
(1859-1952), quien planteó desde un principio que el propósito principal de la
educación, condicionador de las distintas tareas o aspectos del proceso de
enseñanza-aprendizaje debía estar dado por los intereses de los propios
alumnos, es decir, por las fuerzas interiores que llevan a estos a la búsqueda
de la información educativa y al desarrollo de las habilidades capacitivas. En
esta tendencia pedagógica alcanzan un mayor auge los intentos por dirigir a los
educandos más hacia las acciones prácticas concretas, que hacia los ejercicios
teóricos, situación esta que ya se había iniciado hacia finales del siglo XIX
con una mayor propagación en las primeras décadas de este siglo y en cuya
esencia todo se dirigía, a una crítica profunda de los procedimientos
autoritarios e inflexibles condicionados por la Tendencia Pedagógica
Tradicional, en contra del enciclopedismo pasivo asignado al alumno.
La Escuela Nueva, como Tendencia Pedagógica que es, enfatiza la
importancia que tiene que el educando asuma un papel activo, consciente de lo
que desea aprender, en consecuencia con sus posibilidades e intereses, lo que
trae aparejado un cambio importante de las funciones que entonces debe realizar el profesor
en el desarrollo del proceso enseñanza-aprendizaje que posibilite alcanzar
realmente, de forma medible, los objetivos propuestos..
La Escuela Nueva persigue, en sus concepciones teóricas y proyecciones
prácticas, garantizar el logro de una mayor participación con un grado más
elevado de compromiso de todo ciudadano con el sistema económico-social
imperante, en base de la consideración, no del todo correcta, de que la
satisfacción de las aspiraciones del ser humano, como individuo y como ser
social, contribuiría de manera sustancial a lograr cierto tipo de equilibrio en la sociedad, a punto de partida,
sobre todo de la suavización o eliminación de las contradicciones entre las
clases y dentro de las clases mismas.
En las ideas de Dewey aflora con meridiana claridad que la escuela es
una real institución social en la cual se deben concentrar todos los medios
disponibles que contribuyan y posibiliten que el individuo exprese, con la
mayor fuerza y alcance, las potencialidades biológicas y cognitivas que posee,
o lo que es lo mismo, que el individuo llegue a desarrollar al máximo sus
capacidades para luego proyectarlas en la sociedad de manera tal que contribuya
a su desarrollo ulterior y al suyo propio. "El hombre se forma para vivir dentro de su medio
social" decía este filósofo y pedagogo norteamericano, "como si la
escuela fuera en la práctica una comunidad en miniatura, con un fuerte sentido
democrático favorecedor de la colaboración y ayuda mutua entre los ciudadanos;
a ella resulta necesario llevar el avance industrial de todo tipo alcanzado
hasta ese momento para poner así en contacto al individuo con lo ya logrado y
promover en él la necesidad de alcanzar otros nuevos y superiores".
La divisa de la Escuela Nueva como tendencia pedagógica es aprenderlo
todo, haciéndolo, en un intento de subordinar a la experiencia práctica
concreta los aspectos teóricos contenidos en los libros.
En resumen, a la Tendencia Pedagógica desarrollada y que se sustenta
esencialmente en las ideas de Dewey se le puede considerar como una pedagogía
que además de tener una esencia genética resulta, al mismo tiempo, funcional y
social. Lo genético está en correspondencia con el hecho de que la educación no
es más que la apariencia fenoménica de la expresión de determinadas
potencialidades biológicas determinantes a su vez de capacidades cognitivas en
el individuo. Es también funcional porque en definitiva persigue desarrollar
las referidas potencialidades biológicas cognitivas en el camino de la búsqueda
y consecución de los procesos mentales que resulten útiles tanto para la acción
presente como para la futura, es decir, considera a los procesos y actividades
de naturaleza psíquica. Como los instrumentos capaces de proporcionarle al
individuo el mantenimiento de su propia vida. El aspecto social se
basa en la concepción de que siendo el ser humano una parte o elemento
necesario de la sociedad es imprescindible educarlo de manera tal que en su
práctica resulte útil para la misma y contribuya a su desarrollo progresivo.
Otra de las Tendencias Pedagógicas contemporáneas es la denominada Tecnología Educativa, precisamente, ha logrado un desarrollo
importante y una difusión notable en la actualidad como consecuencia de las
ventajas inmediatas que brinda, debido, sobre todo, al lenguaje técnico y aseverativo que utiliza.
En las investigaciones teóricas de las
ciencias cuyo objeto de estudio lo constituyen aquellos aspectos relacionados,
de manera más o menos directa con el proceso de la transferencia de la
información y, por ende, con la enseñanza-aprendizaje, la educación y la
capacitación, pone en evidencia lo útil que resulta elaborar y ejecutar en la
práctica las llamadas tecnologías de la instrucción, en correspondencia con el conceptode tecnología de la producción material de aquí, que cuando se procede
en tal sentido la atención y los procedimientos a ejecutar se
dirigen en lo fundamental, a los métodos y medios utilizados en la
imprescindible transferencia informativa sin la cual lo educativo-capacitivo
resultaría, en definitiva, una falacia o distaría mucho de lo que ciertamente
se desea alcanzar.
La creación de la Tecnología Educativa se atribuye a Skinner, profesor de la Universidad de Harvard, en el año 1954.
En el contexto de esta tendencia pedagógica el aprendizaje deviene o
resulta, en su esencia, una consecuencia de la fijación de secuencias de
estímulos o señales portadoras de información provenientes
del entorno donde el sujeto que aprende se encuentra, así como las respuestas
asociadas o conectadas con tales repertorios. Es, simplemente, un esquema tipo
estímulo-respuesta, donde se encuentra, aunque no se mencione de manera explícita,
un elemento de naturaleza material biológica dado por lo neuronal del
Subsistema Nervioso Central del ser humano. La huella dejada sobre tal sustrato
material del citado repertorio de estímulos provenientes del entorno,
inmediatamente después, y por asociación, condiciona una respuesta específica,
característica, propia de los trenes de estimulación referidos.
Si bien la Ciencia Pedagógica establece y define las particularidades y
peculiaridades de los métodos y medios que se habrán de utilizar en el proceso
de enseñanza-aprendizaje con el propósito de lograr, en el menor tiempo con un
mínimo de esfuerzos, una educación y capacitación adecuados, los mismos pueden
resultar, a la postre más eficientes y eficaces siempre y cuando se utilice
para ello el recurso que proporcionan medios tecnológicos apropiados. En este
caso se favorecerá de manera significativamente importante el aprendizaje, con
respuestas producidas por estímulos neutrales asociados a un estímulo efectivo.
Tal presupuesto permitió también a Skinner
plantear lo que pudiera denominarse una segunda variante de su
tecnología educativa, caracterizada por un condicionamiento operante o
instrumental: la respuesta que se procura precisa o requiere de la presencia
previa o anticipada de un estímulo, donde el operante no es más que una
conexión respecto a la cual el estímulo aparece o se produce después de la
respuesta.
En el contexto de esta tendencia pedagógica resulta evidente que el
aprendizaje se realiza mediante un proceso de ensayo y error, caracterizado por el hecho de
que el sujeto genera conductas más o menos diferentes hasta que alcanza la más
adecuada, la cual sirve para fijar la conexión entre el estímulo proveniente
del medio, y la respuesta en cuestión.
La Pedagogía como Ciencia de la Educación se preocupa por el carácter
práctico que se materializa en la metodología y en los medios utilizados con tal
propósito. Así mismo, en correspondencia consecuente con la existencia del
llamado pronóstico pedagógico científico, en el cual tiene su más viva
expresión las leyes que rigen el desarrollo y obtención del conocimiento
verdadero de la realidad objetiva, la tecnología educativa, siempre y cuando se
la utilice de manera racional y lógica puede favorecer, la apropiación del
mismo.
En la Tecnología Educativa contemporánea intervienen de manera decisiva
"la televisión, el cine, los retroproyectores, las computadoras y demás elementos de material y de programación, aunque realmente el sentido de tal tendencia se
puede ampliar aún más, con el propósito de que en el mismo no solo queden
comprendidos tales medios y materiales, sino que al mismo tiempo sea considerada, con un
enfoque sistémico, los aspectos referentes a la concepción, aplicación y
evaluación, en su conjunto, de todos aquellos factores que intervienen y
deciden, en mayor o menor grado, la eficiencia del proceso educativo, en
correspondencia siempre con objetivos previamente trazados de manera precisa y
que se sustentan en resultados alcanzados en investigaciones relacionadas con
los diferentes factores que intervienen en la instrucción y en el complejo
fenómeno de la comunicación humana, para condicionar y determinar,
en su conjunto, los medios humanos y materiales, una educación realmente
eficaz.
En resumen, la Tecnología Educativa, como tendencia pedagógica, en un
marco de contemporaneidad, no es más que la consecuencia de la búsqueda
incesante por encontrarle al proceso de la enseñanza-aprendizaje una base de
sustentación más científica que posibilite a punto de partida de la utilización
de recursos técnico materiales idóneos el
aprendizaje, en relación con el cual siempre se encuentra, de manera subyacente
ese elemento de naturaleza biológica, caracterizado por el Subsistema Nervioso
Central del ser humano, con el cual los referidos recursos
pueden interactuar y dejar
una huella, favorecedora o caracterizadora del conocimiento nuevo adquirido de
la forma más eficiente posible
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